domingo, 28 de julio de 2013

Quentin desmesurado


Peli: "Django Unchained"
Puntuación: 6/10







Acabo de ver "Django Unchained" mucho tiempo después de su estreno (antes o después iba a caer) y por lo menos he de admitir que no me arrepiento. Tampoco me arrepiento de no haberla visto en el estreno, me ahorré un sofocón cantado. Y es que Tarantino sigue teniendo ese algo que me enerva, que me hace saltar al teclado. "Django Unchained"... (sigh) me deja esta sensación de que podía haber sido un peliculón. La primera parte es dignísima del mejor Sergio Leone. El segundo acto, demasiado dilatado. El final, una patochada clavadita a Wild Wild West. La catarsis se arruina por culpa del alargamiento del metraje tan característico del artista, que -insisto con la metáfora- se corre oliendo sus propios pedos.

Déjame hablar, que estoy on fire
Me gustaría que en la vida de Quentin hubiera una figura como la del maestro Yoda, un viejito con cara de sapo que llevara en la mochila y le fuera recordando: control, Quentin, control. Pero Yoda no existe, Tarantino es un cabrón sin control y además a la gente le encanta. Pero la Inquisición no es el populacho, la Inquisición espera algo más. Me salen ronchas, la verdad, RONCHAS. Porque la peli tiene unos momentazos magistrales, y lo digo yo, magistrales, lo dice el enemigo acérrimo de Tarantino. Y no solo los momentos de acción, lo mejor son los duelos interpretativos, efectivamente y como todos sabéis Christoph Waltz se sale de la pantalla, su carisma es inconmensurable. Ya se llevó su oscar. DeCaprio no le va a la zaga, y Jackson está divertidísimo. Pero Tarantino alterna la magia con altibajos y unas partes redundantes y cansinas... Dios. A la peli le sobran 45 o 50 minutos y me quedo corto. Por eso duele tanto que la peli esté cortada de forma tan... ¿cómo decirlo? ¿Pueril? ¿Caprichosa? Egoísta.

Y tan unchained














Me explico, el problema de Tarantino es el de siempre: se le va la mano. Y vosotros me diréis: ¡ahí está el genio! Y yo contestaré: no, ahí está el fallo. Si me aburro, tío. Voy al espoiler, que ya ha llovido: Al primer acto, nada que objetar. Luego, Django y Schultz se ponen manos a la obra al rescate de la paya en cuestión. A partir de aquí, empiezan las paridas que deberían haber eliminado: el camino hacia la hacienda, los piques menores, la escena de los perros y de los white trash, no hace falta. En la escena de la lucha libre mandinga ya quedó clara la mala leche y el peligro que representa Candie. Encima me ponen el diálogo entre Candie y el viejo Steve, redundante, bla bla bla. Menos mal que llega el apoteósis final, que es genial pero que se va al garete otra vez. Me encanta, ME ENCANTA la resolución de la escena del contrato y el handshake. Pero pasa Quentin vestido de hada madrina con la varita-surtidor de ideas fétidas y se le va la mano. Cuando la peli debería haber terminado, Django se rinde (fail) y llegamos al ridículo final. 20 minutos de blockbuster barato (¿ya he mencionado Wild Wild West?) que quiero que me devuelvan de mi vida.

El look Wild Wild West nunca dejó de estar de moda











¿Tanto es pedir que a Quentin le pongan un consejero o algo? Un tipo así carismático como Schultz, alguien que le diga, “...tío, es una idea del carajo, jaja, me parto la caja contigo, qué crack. Por cierto, me encanta esa camisa que llevas, chaval, pero... verás: es que la película ya va por dos horas y media, ya has matado a todos y queremos irnos a casa. Recuerda que lo que queremos es que la gente se lo pase bien, no que TÚ y tu ego os lo paséis bien”. O algo.

Lo demás es tan bueno, que la peli se salva por escenas climáticas geniales, diálogos brillantes y un par de actores bien dirigidos y en estado de gracia. Pero a Tarantino se le sigue yendo. Tela. Once and again. No se puede simplificar diciendo que la película es demasiado larga. Es que el director, por sus santos cojones, tiene que meter todos sus desvaríos e idas de olla y nadie le dice ni pío porque es quien es, el enfant terrible de Hollywood.

El alma de esta película: Christoph Waltz
















¿Seré yo? A lo mejor es que confundo conceptos, lo que pasa es que a lo mejor el muchacho hace pelis con toda la bondad de su corazón, asumiendo que el espectador va a ir a por la birrita al ambigú, luego al baño, o a lo mejor a mirar el coche, que lo dejó mal aparcado, y por eso se asegura de que aun así no se pierda el hilo. En un cine de verano tú te vas, vuelves, y preguntas con las manos llenas de pringue y botellines: "¿Qué ha pasao?" Y te contestan: "Estoo... ¡da igual, no te has perdido ná, trae pa'cá las papas!" Y efectivamente, no te has perdido ná. ¿Es eso? Decidme, porque entonces yo ya no sé nada, queridos, nada.

Absolutio, con ronchas, pero absolutio.

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