jueves, 29 de septiembre de 2011

No confundir la forma con el fondo


Peli: "La piel que habito"
Puntuación: 4/10



Al fin estrenaron la última de Almodóvar en Moscú, y allá que se fue Chumari, cargado con sus capas, por un lado, y por otro con su atisbo de esperanza por encontrar algo de la magia de antaño.
Lo primero que puedo decir es que el cine español sigue estando de moda, por lo menos en la capital. En la sesión de las siete de la tarde en el 35mm la sala estaba casi llena, lo cual es mucho decir en los tiempos que corren y con el pedazo de aforo que se gastan allí, el cine de más tirón entre los V.O. moscovitas.



Almodóvar vuelve al thriller con este film, en el que por su tema escabroso laten reminiscencias de "Átame", "Matador", "Tacones lejanos" o incluso "Kika". Sin desvelar mucho, diré que hay secuestros, torturas, villano maniático, sexo no consensuado (al menos un par de veces) y muerte, bastante muerte.
¡Qué bien! Me digo. Esto promete. Con la mala leche y el sentido del humor del manchego, al menos pasaremos un buen rato. Quedaron atrás las moñadas de otras pelis. ¿O no?

Durante el prólogo-primera parte la peli aguanta el interés gracias al suspense, a los actores y al gusto narrativo, muy pulcro, con mano de cirujano plástico, con parsimonia. Planos largos, tranquilos, correctos. Suspense. Almodóvar se toma su tiempo en crear la atmósfera. Antonio Banderas llega a su cortijo y sale de su BMW blanco. Entra, sale. Muy bien Banderas y Anaya, que tienen no poca química. El personaje de Marisa Paredes es más desafortunado y entra un poco con calzador, pero se deja ver. Supongo que uno sigue pegado al asiento por el gran MacGuffin de la trama: ¿quién es esa misteriosa y atractiva chica que Banderas tiene secuestrada en su casa? ¿Por qué tienen una relación tan extraña?

Hay muchas formas de contar una historia, y Almodóvar decide empezar por el desenlace, para luego desvelarnos cómo se llegó a una situación tan extrema. El eje narrativo se coloca en el presente, y luego flashbacks individuales de los protagonistas nos llevan al pasado de forma algo ortopédica (con sobados títulos "Seis años antes") para aclarar la historia en tiempo pluscuamperfecto.

En mi libro de español de nivel avanzado dicen los autores que el uso excesivo del pretérito pluscuamperfecto hace que el estilo se vuelva pesado. No sé si tendrán razón. El caso es que cuando el MacGuffin se disuelve, demasiado pronto, la peli pierde mucho interés. Y encima Almodóvar opta por seguir contándonos lo que ya sabemos perfectamente. Y se toma su tiempo. Lo hace con detalle, sigue con el bisturí, cuando en realidad lo que era necesario era un poco de cuchillo jamonero. Total, que uno empieza a aburrirse y a pensar que le toman por lelo cuando sigue viendo a Banderas entrando y saliendo del BMW y a gente repitiendo información en escenas que ya son superfluas y redundantes. 

Pero lo que más me llama la atención es el logro mayúsculo de contar una historia tan truculenta de forma tan fría, calculada y deshumanizada, hasta tal punto, que te da exactamente igual lo que pasa. ¡Que una historia con tanto potencial se quede en algo tan flojo! Si esto es terror, yo soy una madre carmelita. El suspense no da suspense, la violencia no repugna, y sobre todo -sobre todo- uno no sufre en absoluto por el destino de la víctima principal, un personaje apocado y anti-carismático con el que solo nos dejan empatizar en los segundos finales de la peli.

Este Almodóvar deshumanizado me aburre, me entristece y me saca de quicio. Es como una película esterilizada, con envoltorio, narrada con el desapego de un cirujano plástico, como el que representa el personaje de Antonio Banderas. Almodóvar nos coloca una piel falsa, bajo la cual ni sentimos ni padecemos. Es una pena, porque en la Inquisición solemos preferir las formas en carne viva. Y al final para decirnos que la forma y el fondo no son lo mismo. Señor, señor. A lo mejor un cambio en la forma puede cambiar también el fondo. Debería.

Típico caso en el que la idea es mejor que el resultado, la peli se queda en los troncos de la hoguera. Consciente de sus logros, me resigno y me quito la pegatina del club de fans de Almodóvar. No volveré a ver un estreno suyo. He dicho. (Bueno, con la excepción de que vengáis personalmente a mi casa a buscarme).

A la hoguera, sí.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Mi abuela también disfruta con la violencia extrema

En el cine, se entiende.
Me hace mucha gracia eso de pelis para mayores. Me imagino a mi abuela viendo "A Serbian Film". Eso sí que tendría gracia (porque creo que hasta le gustaría un poco, siempre y cuando anduviera bien surtida de peladillas, pero ese es otro tema).

Ayer vi una peli coreana llamada "I Saw The Devil", de Kim Ji-woon, un sádico al que le ponen los asesinatos en serie, las violaciones y las decapitaciones. Es la primera peli que veo de este angelito, siempre por recomendación del otro Cabezas. Hacía tiempo que no veía una peli tan vil y salvaje. Y TAN divertida, copón! No por el exceso de casquería -solamente- sino porque se trata ésta de una peli que no sabes por dónde te va a salir. El dire se pasa las convenciones del género por el ojete y te lleva en montaña rusa, usando la metáfora tan citada por el antes mentado Cabezas. 

¿Por qué no puedo ver esta peli en el cine? ¿Es que no puede gustarme? ¿No tengo derecho?
Pero no es mi propósito hacer una crítica ni contar las maravillas y/o defectos de este chocante producto made in Corea. La peli despertó una reflexión que vengo rumiando desde hace tiempo: ¿por qué leches no puedo ver en un cine normal este tipo de película "para mayores"?
La respuesta parecería simple. Hay que vender. Y no hay mercado para estos productos en el cineplex a menos que se ponga un límite de edad, algo que aterra a los distribuidores.

¿Habría opciones? Claro que sí. Pero, ¿para qué arriesgarse?
Por ejemplo, se podrían proyectar en horarios especiales. Una antigua estrategia de mercado que hace que el producto gane interés. Yo creo que mucha gente iría solo por el morbo. Sin embargo, sale caro. Mucho mejor poner "Rapunzel" en dos de las siete salas, dinero seguro.

Y este es el menor de los problemas. Primero hay que encontrar la distribuidora que se moje. ¿Y quién va a hacerlo en estos tiempos tan pacatos y conservadores? La industria bebe de la escuela americana, que ya evacúa los intestinos del gore en conserva para adolescentes en el que la sangre infográfica brota a borbotones en PG-13. "Destino final 5" o "Shark Night 3D" es lo más bestia que podemos ver en el cine comercial. Me río de Janeiro.

Pequeño homenaje a Kubrick (¿Buñuel?) en "Destino final 5"
Peste de conservadurismo...
No seamos hipócritas. Pongamos límites de edad y respetémoslos, o no pongamos nada.
Aunque todos queremos ver lo que le pasará al ojo de la chica de la foto (y al resto de su cuerpo),  a Ángel Sala le demandan por seleccionar "A Serbian Film" para el Festival de Sitges. Y un niño de Alabama corre a los brazos de la madre, porque con 16 años le dejaron entrar en una peli para mayores. ¡Horror! "¡Madrecita, madre de mi corazón! Mis tiernos ojos han visto a un hombre malvado teniendo relaciones sexuales con una mujer sin su consentimiento. Y me parece que no llevaba preservativo! No podré volver a pegar ojo. Tanta maldad en el mundo!". La madre llama a su abogado y le meten un pleito al cine que cruje toda Alabama.

Reflexión final:
No hay solución. Demasiados intereses económicos, demasiados riesgos, pocas recompensas. Véase acercar el cine para adultos a un público -ejem- ¿adulto? ¿Para qué? El público medio es el equivalente a Marianico el Corto presentando una tesis doctoral. El público es ceporro. Sigamos dándole hamburguesas.

Volvamos a la tierna imagen de mi abuela viendo "A Serbian Film". ¿No es tierno?
Dejémosla allá, con su mesita camilla, sus peladillas... y su bebé de látex.

Saludos churruscados.  

jueves, 15 de septiembre de 2011

La melancolía de Lars


Peli: "Melancholia"
Puntuación: 8/10







Llega Lars Von Trier de nuevo tras su incursión en el terror, con "Anticristo". Siempre rodeado de polémica, -recordemos sus divertidísimas declaraciones sobre Hitler en el festival de Cannes- esta vez se atreve con la ciencia-ficción. Claro que como suele ocurrir con el danés, su peli no sigue los patrones convencionales. Mientras le sigan dejando...











Un planeta llamado "Melancholia", hasta ahora oculto tras el sol, orbita para colisionar con la Tierra. Aunque muchos creen que estamos perdidos, otros tienen más o menos claro que el planeta pasará rozando. Pero la atención se desvía del posible desastre a Justine y Clare, dos hermanas que representan dos modos diferentes de ver la vida. El de Claire, madre y ama de casa cuerda y normal, que gerenta un hotel de lujo apartado del mundo, y el de Justine, depresiva e inestable, que odia y teme la vida.
La peli comienza con una obertura. Luego se divide en dos, la primera parte nos presenta a Justine y la segunda a Clare. Los dos retratos solo tienen sentido cuando se juntan, como las dos mitades de un todo, a la yin yang.

Justine tiene más problemas que un libro de química
Tal y como os cuento esto parecería que la peli será una especie de versión danesa y pedante de "Deep Impact". Pero para nada, la peli va mucho más allá de la mera anécdota. Von Trier agarra la historia in medias res y, jugando al engaño, nos va desvelando lo que ocurre con pequeñas pistas, haciendo al espectador trabajar un poco. La peli escala en significación gracias a lo connotativo.
Además de un planeta enorme y hermoso, a la vez atrayente y terrible, la melancolía de Trier es la de la persona deprimida, la que siente el dolor por la vida, por lo indefinible, por lo absoluto: la persona que siente un dolor existencial. "Melancholia" parte del paralelismo entre este individuo y el individuo "normal", el que sufre por los suyos y por lo suyo.

Lo meritorio de "Melancholia" es que partiendo de una premisa descabellada transmite un mensaje contundente, vivo y lleno de matices. He de decir que en general en el cine me revienta el énfasis en la metáfora y el simbolismo porque los discursos en los que se suelen enmarcar resultan huecos y cargados de pedantería. Sin embargo, a Von Trier le sale. No solo le sale, sino que borda una historia honesta y alegórica, demostrando además que el matrimonio entre el dogma y el espectáculo es posible. Y es que sin ser palomitera ni mucho menos, la peli abraza los efectos especiales para ofrecer un espectáculo acojonante, sobre todo en la obertura. Por favor, vedla en una buena sala, con pantalla grande y buen sistema de sonido. Merece la pena.














Esto es cine, amigos. Esto es creación.
Muchos sabemos que el director sufre de depresión, pero aun así. Hay que tenerlos cuadrados. Lars Von Trier dijo alguna vez que le daba miedo todo en este mundo. Todo, excepto hacer cine. Esta es la prueba. "Melancholia", entendida así, es como un inspirado autorretrato.

Absolutio!

jueves, 8 de septiembre de 2011

Chumari, estoy muerto para el cine

Admitidlo, hermanos de la Inquisición. Decidlo en voz muy alta: "¡Chumari, estoy muerto para el cine!". O el cine está muerto para mí, que viene a ser lo mismo.

Queridos amigos: vuelve Tomelloso tras la canícula, que pasó hibernando bajo una cómoda y pesada pila de cintas VHS descartadas de diversos videoclubs. Me despierta el clamor de los estrenos otoñales, entre los que destaca el de mi viejo némesis y ex-amante Pedro Almodóvar, del que solo puedo pronunciar veredictos extremos. Pero divago, como en mis mejores tiempos.
Noto una perturbación en el éter que me dice que todos estáis muertos para el cine. ¿Acaso no es cierto? Decidme lo contrario y os creeré. ¿Cuándo fue la última vez que entrásteis a una sala y os pegó el bofetón a ambientador barato glacial y palomitas? ¿Cuánto hace que os cortaron el extremo de una entrada? Hace tiempo, ¿verdad?

Y no os lo reprocho.
Este verano, como de costumbre, nos alumbraba un funesto plantel de estrenos. Somos testigos de la agonía del 3D, de la decadencia en taquilla del género de superhéroes, de la mala distribución de los pocos productos medio interesantes que llegan con cuentagotas a cuatro salas perdidas por toda la península. El cine agoniza, es el apocalipsis y nosotros tenemos butacas de primera fila para verlo. Todos los nodos están muertos. ¿Todos? No. Hay un grupillo de frikis e internautas que resiste al invasor. ¿Eres digno de contarte entre sus filas?
Repetid conmigo: "Estoy muerto para el cine", una vez más. A menos que me digáis...

"Chumari, este verano he ido al cine. He visto la última de Woody Allen y me gustó mucho".
Vale, muchacho. Alcanzas la categoría de soldado raso entre nuestras filas.

"Chumari, pues yo no he ido al cine para nada, porque solo ponían caca, pero me he cascado algunos clásicos en el cine de verano de mi ciudad. Y aunque se me congeló el culo, mereció la pena".
Bueno, vale, vale. Estas iniciativas veraniegas no solo te salvan, sino que te dan el rango de teniente.

"Chumari tío, cómo te pasas. El cine sigue vivo, hombre. Para mí y para todos. De hecho este verano he visto algunas propuestas muy interesantes de cine independiente, como "Beginners", o "Win Win" (además de todo lo anterior)".
Uf, vale vale, señor gafapasta. Pasa usted la prueba y asciende a comandante.

"Chumari, tienes razón. El cine actual es un asco. Yo me pasé el verano en un zulo, como tú. Me he tragado todo Buñuel, Truffaut (dos veces), algunos clásicos de los 50, lo mejor del cine trash de la Troma y la serie "Juego de Tronos", los sopranos medievales. Bueno, he visto "13 assassins" de Takashi Mike, pero me defraudó el final. Ah, al cine no he ido. Me lo he bajado todo por internet y lo veo en mi pantallón de plasma. Salgo del verano más blanco que Iniesta, pero ha merecido la pena, así puedo discutir con criterio en las próximas tertulias online del Festival de Sitges".
Oh yeah, that's what I´m talking about! A sus órdenes, mi general. AR!

Desgraciadamente el resto de vosotros no está a la altura. Repetid conmigo: "Chumari, he muerto para el cine, y yo soy el culpable". Doscientas veces.