viernes, 29 de marzo de 2013

Almodóvar low cost


Peli: "Los amantes pasajeros"
Puntuación: 3/10








¡Charanga y pandereta inquisitorial al llegar a España y poder ver lo último de Almodóvar!

En ocho añazos de Inquisición, chumari ha comentado ya tres pelis de nuestra ínclita y oscarizada manchega, "La Mala Educación", "Volver" y "La piel que habito". No repetiré lo de mi amor-odio, lo del creciente desapego. Ya no es noticia que Almodóvar ya no provoca en mí sensaciones extremas. Ya ni siquiera soy incapaz de odiar, al igual que soy incapaz de amar. Lo único que siento es un extremo hastío que me llevó a ignorar "Los abrazos rotos", de la cual ni supe ni quiero saber. "Los abrazos" es el divorcio entre Pedro y chumari después de un largo idilio lleno de altibajos. Empezó con amor adolescente y terminó con divorcio de madurez, como un matrimonio carca de finales de siglo pasado. De hecho, si entro a ver "Los amantes" es por coyuntura, me encuentro en España, además es una comedia, quizás bajan las ínfulas, quizás merezca la pena. Además salen Arévalo, Cámara y Areces haciendo de azafatas. ¿Quién sabe? Puede tratarse de un soplo de viento fresco almodovariano. En mi pequeño y renegrido corazón hay un rescoldo casi apagado que quiere volver a sentir. ¿Habrá llegado el momento?

































No os preocupéis, queridas. Ya ni me enfado. Ni muerdo, ni araño. Esto es la crónica de un pestiño anunciado, que no hace sangre, que ya no duele.

La peli, como muchos sabéis, tiene lugar en la cabina y sección de primera clase de un avión que se ve forzado a realizar un aterrizaje forzoso en medio de la piel de toro. El trío de locas del personal de tripulación masculino hace de comparsa e hilo conductor entre pasajeros y pilotos, que sortean la crisis sacando también afuera sus crisis personales y compartiéndolas con los demás protagonistas. 

El planteamiento no es del todo vergonzante, de hecho tendría su interés si el guión estuviera trabajado, si los personajes estuvieran bien trazados y si la peli estuviera bien rodada. Claro que no es el caso. El finísimo hilo de verosimilitud que suele aguantar los argumentos de Almodóvar directamente se va al carajo desde el principio, pero se puede aceptar por el tono de la película, ultra-desenfadado, de coña permanente. Una vez planteado el registro cómico, es este el único que funciona a medias. El único. Hay un par de escenas con las locas (muy bien como siempre Areces, Arévalo y Cámara), un diálogo muy gracioso entre el personaje de Cecilia Roth y su asistenta y el diálogo final entre los pilotos. La parte restante, o sea, la gran parte de la película, es de lo peor: la historia de amor (Willy Toledo, Blanca Suárez y Paz Vega), el desencuentro entre padre e hija y los problemas de la diva y la vidente. Esperpento cansino y sobado.   

A un genio, en un momento dado, se le puede pedir que haga un dibujo rápido, un churro, y sorprende. Imagináos a un Picasso cansado y viejo. Le piden que haga un dibujo. Picasso acepta, levanta el pincel y en tres trazos pinta un jarrón que eriza el vello. A Almodóvar, sin embargo, no le sale el churro-express. Se le ve la prisa, hay torpeza y atropellamiento. En algunas escenas los actores se salen de papel, vacilan, y sin embargo la peli continúa, para mi estupor. Los diálogos, excepto en contadas ocasiones, suenan a recitado falso y pomposo, ejemplos no elaborados de afectación almodovariana. Quisiera no comparar con el pasado, pero es imposible evitarlo. Lo que antes era desenfado entre gente normal un poco pasada de rosca, ahora es tontería entre clase acomodada ajena al mundo y (por cierto) bastante inaguantable.

Cecilia Roth, personaje odioso y... ¿probable alter ego almodovariano?














Y encima, el prólogo. El mejor ejemplo de cómo no hacer un cameo. Nuestro gran Antonio y nuestra súper Penélope encabezan la escena probablemente más torpe y sonrojante de los últimos años de cine español. Sin humor, sin chispa, sin trabajo suficiente, con una sensación enorme de improvisación que -de hecho- domina la película de principio a fin, el director pone sus bases. Empieza... ¡los amantes pasajeros!

Que Almodóvar ya no gusta no es noticia. La noticia es que Almodóvar se ha pasado al low cost, pero su corazón pijo sigue viajando en primera clase. Ni siquiera sus locas azafatas le bajan de la torre de marfil. Aunque su sueño, claro, sigue siendo perder el virgo con el muchacho de corazón puro y rabo largo que viaja en clase turista... para luego volver a su lugar en primera clase, claro. Lo cortés no quita lo valiente.

En fin, sí que muerdo, sí que araño después de todo. Qué le voy a hacer, es lo que tiene el desamor.
A la hoguera, oh, sí.