martes, 19 de noviembre de 2013

La redención de la pija


Peli: "Blue Jasmine"
Puntuación: 7/10







"Blue Jasmine": crónica de un éxito anunciado entre el público objetivo, otra de Woody Allen que quizás no será recordada como una de sus obras maestras pero que se presenta como algo mucho más apetecible que la mayoría de lo que hay en cartel. La novedad: una Cate Blanchett en carrera hacia el óscar por un papelón espectacular.






















Versión no disimulada en "Un tranvía llamado deseo", "Blue Jasmine" cuenta la historia de una pija neoyorkina venida a menos que va a refugiarse en el humilde piso de su hermana, en San Francisco, mientras intenta reconstruir su vida (esto es, volver a encontrar un marido rico para vivir del cuento). La Blanchett se calza un papel de protagonista llanamente odiosa, egoísta, quejica, mentirosa, medio loca, borracha y patética. O sea, una gozada para un actrizón como ella. Sally Hawkins le da una réplica más que digna interpretando a la hermana, Ginger, divorciada y batalladora empleada de supermercado que se busca la vida en el trabajo y en el amor y sufre las excentricidades de la protagonista. Los mejores momentos cómicos vienen de Ginger y su novio, inspiradísimo Bobby Cannavale.

Woody Allen, por si alguien lo dudaba, demuestra con este film que sigue en forma tras la castaña de "To Rome With Love". Su cuento, en tono de semi-fábula, muy teatral, se mueve muy bien en los dos registros tradicionales de la sátira, el de la clase acomodada por una parte y el de la trabajadora por otra, con sus problemas anejos. La historia de una hermana sirve de reflejo en la otra y se enfatizan mutuamente. En la parte floja, que el personaje protagonista sea tan extremo fuerza un poco el nivel de credibilidad de todo el conjunto (no me acabo de creer que por momentos esté tan loca y el personaje de Peter Saasgard no se dé cuenta). Y que al final todo dependa de un diálogo fortuito, que la mentira se venga abajo como un castillo de naipes de forma bastante cantada, pues tampoco ayuda.

Admito que no tengo ni zorra de "Un tranvía llamado deseo", ni tengo mucha prisa por saber de ella. De hecho tengo la dislexia fílmica de confundirla con "El último tango en París", no me preguntéis por qué (es lo mismo que me pasa con los nombres Laura-Elena, se van a la misma parte del cerebro y no los distingo). Ya habrá tiempo de ver a Brando gritando "¡Stellaaaaa!". Además, ya tuve bastante con las pocas escenas que se ven en "Todo sobre mi madre". Por favor, esos momentos tan flojos, con esos actores tan sobreactuados, blegh. ¿Cómo es posible que el personaje de Cecilia Roth estuviera enganchada a ese petardo de función? Solo acordarme de Carlos Lozano y Candela Peña con el bebé falso en ese decorado tan cutre me salen ronchas.

Eso sí, tono desenfadado, es posible, pero mensajes brutales. Como siempre en todo lo que hace Woody Allen, el amor tiene un papel predominante. En este caso sirve para redimir incluso al más villano, al más corrupto. Lo que no sirve es forzar al amor, hacer que responda como cura a la desesperación. En clara justicia poética, constataremos que la pija no lleva razón, que no hay esperanza ni perdón, que la redención solo tendrá lugar a través del sufrimiento y el olvido. Oh yeah.

Absolutio.