El guión, redondísimo y maravilloso, tierno y grande, me lo leí apabullado alguna tarde de hace algunos años. Y ya entonces vi en mi cabeza la película que se estrenó hoy: una deliciosa historia de amor que transcurre en un mundo complicado y feo, el que nos ha tocado vivir.
Los botijas
Porque es bueno recordar.
Sobre todo cuando uno no sabe lo que es un tupamaro, una estrofa del Martín Fierro o un país llamado Uruguay, que como el nuestro, lleva la cruz del fútbol como bandera y religión. Un país en el que también hubo muertos y desaparecidos, golpe militar, huidas en la oscuridad, tiros, detenciones y personas que estuvieron allí para verlo. Y todo con ese dios fútbol por encima, como una sinfonía que supo unir al pueblo... excepto en los derbis del Peñarol y el Nacional.
No puede haber crítica a una película tan cercana y tan entrañable. Haré mención, eso sí, a ese actor que hace de maestro de escuela y tupamaro cincuentón, que lo borda con su cuidadísima dicción, sus medidos gestos y esa mirada acerada pero amable que le da la réplica a un mítico Gutiérrez Caba. Un momento... pero si es... el mismísimo Ricardo!

Crack!
Esta mañana un amigo, con el que fui a ver "Paisito", miraba internet mientras se tomaba el café. Me dijo: "estoy leyendo sobre los tupamaros. ¿Sabes que el presidente del senado y de la cámara baja son ex-tupamaros?".
Bravo, Ricardo. Y enhorabuena.
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Esta mañana un amigo, con el que fui a ver "Paisito", miraba internet mientras se tomaba el café. Me dijo: "estoy leyendo sobre los tupamaros. ¿Sabes que el presidente del senado y de la cámara baja son ex-tupamaros?".
Bravo, Ricardo. Y enhorabuena.